domingo, 18 de marzo de 2012

Masaya

Ayer, cuando nos subimos al bondi rumbo a Masaya, sabíamos que estábamos por experimentar una situación nueva porque íbamos a hospedarnos, por primera vez, en una casa de familia que conocimos por medio de la página web Couchsurfing, un sitio sobre el que ya escribí y que permite alojarse de forma gratuita con gente que ofrece hospedaje.
Así fue que llegamos a la casa de Eliasyn y Ninoska, una pareja que nos abrió las puertas de su casa de par en par. Aquí vive, además, Elías, el hijo de Ninoska. El primer día aprovechamos para hacer las visitas de rigor: el mercado de artesanías, algunas iglesias, plazas principales. Y hoy por la mañana, junto con nuestros anfitriones, fuimos hasta el pueblo vecino de Catarina a conocer la laguna de Apoyo, que se encuentra cercada por montañas selváticas donde pueden verse monos, culebras y arañas. Allí aprovechamos para nadar y charlar mientras mateábamos mirando el oleaje tenaz que te hacía pensar si acaso eso no era un río o un arroyo.


Con el sudor de su frente

A diferencia de otras ciudades notamos que Masaya tiene, al menos, dos particularidades: las demostraciones de la religión católica que se manifiestan en todos lados, desde la sucesión discontinua de iglesias hasta las calcomanías pegadas en los vidrios de los autos; y, algo más difícil de describir: cierta
irregularidad en la instalación de sus plazas. Reconozco que vengo de la perfección urbanística de La Plata, pero estar en una plaza, caminar dos cuadras y toparse con otra y que la próxima se encuentre nuevamente enseguida y no sobre el mismo eje sino en diagonal me parece de una anarquía difícil de comprender. No pasa nada, son todas lindas, pero me resultó impactante semejante desplante a quienes pensaron ciudades hace casi dos siglos, con una plaza principal nucleando la iglesia y el municipio (como centro de poder), y las cuatro plazas ubicadas en los vértices. Bienvenido sea, entonces, una nueva interpretación acerca de cómo puede estructurarse una ciudad.
El subtítulo responde a una realidad que nos sorprendió mientras volvíamos a la casa luego de hacer un paseo por el malecón, donde pudimos ver el sol caer detrás del volcán homónimo al pueblo. La calesita no giraba, como todos conocemos, por la fuerza de un motor central: un pequeño hombre la hacía girar con el sudor de su frente. Con Vero miramos la escena incrédulos y hasta nos acercamos a preguntarle si lo que veíamos realmente era así. La respuesta confirmando la sospecha me hizo pensar sobre los tiempos del desarrollo y lo lento que este aparece en algunos países.

4 comentarios:

  1. Primero un abrazo grande para esa flia que los hospedó y se sintieron tan cómodos,lo de las arañas imagino lo contenta que estaría Vero,cómo hiciste Nacho para sacar a Vero de ese lugar que había tanto color de ropa,seguro mano firme,es muy lindo lo que contaste del lugar.
    PERLA

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  2. Que amplitud dan las plazas, debe ser muy lindo recorrerlas... Yo tb agradezco a Eliasyn y Ninoska por hospedarlos y atenderlos, me haces acordar a cuando trajiste al depto de la plata a los australianos!
    Besos. Euge

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  3. De hecho...fue un placer poder ser los primeros anfitriones en el couch, y lo que si puedo decir es que la pasamos super, es impresionante poder compartir tantas cosas en tan poco tiempo....! definitivamente vale la pena!!! Eliasyd.G

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  4. Confieso que me atrase unos días con el tema de la lectura del blog, jajaja, pero ya estoy de nuevo al tanto...
    Nunca pensé que pudiera existir una página con direcciones de gente que te brinde gratuitamente un lugar para dormir. Que ingenua, no? al parecer si las hay. Que cosa tan grandiosa.
    Espero que anden bárbaro.
    Sigan disfrutando, mientras la gente desde acá los sigue!!!

    Deb Martinez-Fhurer

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