lunes, 26 de marzo de 2012

Las Peñitas

No exagero si digo que en Las Peñitas hemos encontrado el alojamiento más lindo desde que estamos de viaje. Es una casa muy limpia, con una amplia cocina y un living compuesto de sillones y algunas mesas. Lo curioso es que no tiene casi
paredes, con excepción de la que nos divide con el vecino de la derecha. El resto es alambrado que deja ver, hacia la izquierda, un patio repleto de plantas y, hacia el frente, el mar inabarcable. No hay vidrio, sólo alambrado. Y a continuación un estar sobre la arena con sillas mecedoras y una hamaca paraguaya. Arriba, una
terraza con una mesa y reposeras. Parecería que estamos en un all inclusive, pero

nada más lejos. Aquí viven una pareja nica (así se los llama a los nativos) y su pequeño hijo de tres años, que son los cuidadores de este pequeño hotel que, curiosamente, es lo más barato que encontramos en nuestra recorrida por el balneario.
Aquí llegamos hoy, luego de dos días en la histórica León y otros dos en Pochomil, un pueblo costero que no tenía más para ofrecer que la gentileza desmedida de quienes nos hospedaban. En León paramos en una casona donde las cucarachas eran las que dominaban el espacio. De todas formas, eso no nos quitó el sueño para poder recorrer durante dos días los museos y las iglesias que se levantaban como
verdaderos castillos arquitectónicos. En una de esas visitas, le mencioné a Vero que nunca había estado en una catedral tan imponente e inmensa como la de León. Y eso que conozco las catedrales de Córdoba y Buenos Aires y la Basílica de Luján.
En Pochomil la cosa fue distinta. Fuimos creyendo que nos quedaríamos varios días para surfear pero nos encontramos con un mar turbulento y tacaño de olas. Tal vez fue esto lo que nos empujó a sumergirnos en la lectura desmedida de libros que habíamos comprado en Managua por dos mangos, entre ellos Recuerdo de la muerte de Miguel Bonasso, por el cual pagamos 8 pesos nuestros.
Y ahora otra vez en el mar, en Las Peñitas, pisando la arena y escuchando el ir y venir de las olas, todo el día, todo el tiempo. Mateando cuando se pone el sol y apurando una birra tibia antes de cenar, achinando los ojos con justificación cuando el sol de media mañana te hace dejarte de joder con la modorra.

6 comentarios:

  1. Aca estoy nuevamente conociendo lugares a través de sus vivencias. Bellísimo lugar ese hotel en las Peñitas, no les daba cuiki dormir sin paredes? Manden calorcito pq aca se esta poniendo fresco! Besos. Euge

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  2. Hola!!!
    Que bien me hizo verte hoy!!! Verlos hoy!!!
    Aca se los esta extrañando un poco....pero verlos hoy tan lindos,distendidos en lugares bellos,calidos,me lleno el alma.
    Ojala nos sigan mandando relatos lindos y plenos de belleza como el de hoy.
    Necesito ver la vida desde sus ojos....los quiero mucho
    Sofia

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  3. los ojos achinados por el sol? jejejejejeje

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  4. Los ojos pueden achinarse por diversas circunstancias. También, a veces, uno le llama sol a cualquier cosa, ja! Quién sos?

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  5. Hola...! chicos..! siento mucho que hasta ahora estoy medio conectandome al internet.. y he visto si viaje hasta ahora, tambien lamento que no pudimos ir a la playa y disfrutar un poco mas, pero estubo un poco dificil salir de masaya si no hasta ahora en semana santa.. pero imagino que ya estan rumbo a honduras, pero espero que les vaya bien y cuidense mucho ok...! saludos..! Eliasyd.G

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