miércoles, 21 de marzo de 2012

El día que Managua fue real

Cuando estando en Argentina pensaba en el viaje, pensaba en Managua. No es que exactamente pensaba en Managua, ya que no tenía ninguna referencia geográfica sobre ella, pero funcionaba como un punto exacto, digamos objetivo, del sueño viajero. Estar en Managua era pisar suelo revolucionario, haber estado allí.
A menudo lo hablábamos con Nico, este tema de idealizar ciudades. Yo le contaba que Managua era una de las ciudades que quería visitar en el mundo. Que me la imaginaba colonial, con callecitas adoquinadas que daban a un gran lago y con viejos comunistas tocando el bongó en las veredas. La imaginaba festiva, popular,

floreciente, en fin, revolucionaria. Entonces él me contaba que le sucedía algo similar y que tenía, apuntadas en su espíritu, tres ciudades idealizadas: Granada (España), porque de ahí eran oriundos Los Látigos, una banda indie que a él le gustaba; La Habana, por lo que significa para cualquier sujeto revolucionario; y Valparaíso, donde fantaseaba escribir una novela.
Así que yo estaba por conocer Managua. En Granada teníamos que decidir si ir directo o hacer escala en Masaya. Elegir esta segunda opción creo que respondió más a la lógica del miedo a la frustración que al interés que nos despertaba propiamente la ciudad. Managua había significado, durante mucho tiempo, el símbolo el viaje. Managua no podía no tener sus callecitas silenciosas donde el sonar de los tambores marcara el ritmo constante, sencillo, de hombres y mujeres pobres, dignos por su historia de lucha y gloria. Managua no podía no tener sus bibliotecas populares que se levantaran en las calles, ni sus plazas cargadas de signo.
Pero un día Managua fue real. Fue calles saturadas por la bocina, centros comerciales, ausencias de plazas y de callecitas adoquinadas y de museos y
Fany, la española, una de las anfitrionas de la casa
malecones. Managua no tiene nada de lo que me había imaginado y eso, de algún modo, me generó una frustración sólo suplantada por dos hermosas personas que nos han abierto su casa en pleno, sintiendo una comodidad desconocida desde que empezamos el viaje. Fany y Fer son dos militantes populares que nos han recibido de maravillas y han hecho de nuestra estadía algo placentero y nutritivo.
No sé como hubiese sido esa Managua idealizada pero si me consta la Managua actual. Había dibujado en mi cabeza una arquitectura que ahora disiente de lleno con la realidad. Sospecho que no haber idealizado la hospitalidad de esta gente ahora me hace regocijarme en un sillón panza llena de tanto afecto.

4 comentarios:

  1. hola aca estamos con romy mirando tus publicaciones y anegdotas (debi boludea romy trabaja) te contamos q nunca dudamos de la existencia de este viaje te extrañamos mucho y deseamos que seas feliz dia a dia te mandamos un beso grande te queremos muchooooo y a las siete de la tarde todo los dias nos acordamos de la poroloca con cariño
    siempre estas en nuestro pensamientos esperamos tu respuesta besotes

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  2. Ey! Qué alegría saber de ustedes. Casualmente hoy le había comentado a Vero que las extrañaba, a ustedes y al resto de los cumpas. Qué bueno que se diviertan leyendo las historias. Les mando un beso grande, las quiero mucho y si, la pororoca sigue firme, todos los días, a la siete de la tarde, jaja!
    Nacho.-

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  3. Hola! De eso se trata conocer el mundo, y las personas que el lo habitan, a veces idealizamos demasiado.
    Lo bueno que siempre encuentran el lado positivo y gente copada.
    Me gusta el diccionario que agregaron. Yo sumaría "cuentito" que es lo que pide Ami cada vez que me ve en el blog... un cuentito de los tios.

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  4. Es que las personas hacen al lugar.
    Ahora que vero me retó, comento! jajaja..
    Miles de besos para los dos,
    Deby

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