El tipo de la rotisería me dice que tenemos que conocer
Santa Ana y, como no tenemos planes, vamos. Santa Ana es un pueblo que se
encuentra sobre el margen del río Uruguay, a 25 kilómetros de Chajarí, ciudad
donde nos espera Amparo y su familia, pero eso será recién el sábado. Hoy es
jueves, hace calor, y el tipo de la rotisería nos prepara unos sándwiches de
miga vegetarianos para llevarnos al camping municipal que, fuera de temporada,
es gratis. Ya el Cabeza, en Paso de los Libres, nos había hablado de este lugar
y de los baños, que eran hermosos y amplios.
Santa Ana, camping municipal |
Nuestra estadía en el camping es agradable y silenciosa.
Caminamos por la costa, trabajamos al aire libre, vamos hasta el pueblo por los
víveres necesarios y después regresamos a las sombras de los árboles frondosos
y al ritmo lento.
De Chajarí a Santa Ana nos separan kilómetros de
plantaciones de naranjos, así que frenamos para hacernos de nuestro desayuno y
nuestra merienda, en operaciones tan rápidas como infantiles. Aunque pienso que
estas travesuras pueden valerte un tirón de orejas me divierto y vuelvo a La
Bartola con una bolsa llena y con la sonrisa ancha como la nueve de julio.
Plantaciones de naranja |
En la casa de Amparo pasamos tres días de película, incluido
un mini viaje de una noche a una casa de un tío a orillas de río: todo un lujo.
Con su compañía conocimos, entre otros puntos de interés, el basurero municipal
que es modelo en cuanto a su diseño en recolección y tratamiento de desechos
urbanos. Un hombre corpulento y de palabras precisas nos guía por el
establecimiento:
“Estas dos cadenas de montaje hacen el mismo trabajo. Si te
fijás, ella saca los plásticos, él los vidrios, y así sólo va quedando lo orgánico
que luego se hace compost”, explica y su voz se filtra como pidiendo permiso en
un aire denso y ruidoso. Con el compost se fertiliza la tierra que se utiliza
en el vivero y esto es lo hermoso, porque entra basura y sale un planta, miles
de plantas que vestirán de gala las plazas y otros espacios públicos,
conformando un círculo que muta de la muerte a la vida, como de igual modo hizo
Pichín con su parque en De La Garma. Gran parte de lo que se recicla se
comercializa en Buenos Aires, sobre todo el cartón, plásticos, vidrios, papel.
Después hay un espacio destinado al relleno sanitario (pañales, preservativos,
papeles húmedos), otro para neumáticos, otro para electrónica y otros para
pilas, que se vuelcan en tachos inmensos rellenos con cemento y así se
almacenan.
Basurero Municipal de Chajarí |
Dejamos Chajarí y partimos para Federación, precisamente a sus
termas, ampliamente difundidas en el terreno del turismo vernáculo. La mayoría
del público son mayores de sesenta así que el ambiente es lento y silencioso.
Entre las piletas el césped verde prolijamente cortado es un lugar perfecto
para estirar la lona y disponer las reposeras. Los nucleamientos de personas se
congregan allí y el mate pasa de mano en mano en las pausas que se permiten de
los baños termales que están previstos para que no superen los veinte minutos
aunque eso pocos le dan bola.
Un couch dice que nos espera en Colonia Liebig, pocos
kilómetros antes de Colón, pero cuando llegamos al pueblo nos resulta imposible
contactarlo. Decidimos parar frente a la iglesia y quedarnos allí una noche.
Estábamos cocinando cuando se acercaron dos hombres a ofrecernos mate dulce y
torta fritas, otrora trabajadores del ya inexistente frigorífico Liebig,
actualmente sobreviviendo de changas. Uno de ellos, el de los bigotes morochos
que cuelgan a cada lado de las comisuras, nariz ganchuda y andar encorvado,
vivía en La soltería, un viejo edificio que había estado destinado a los
jóvenes trabajadores del frigorífico. El otro, apodado “el peti”, trabajaba en
el club de pescadores y nos invitó a pasar la tarde allí pero nosotros ya
partíamos. No obstante, se decidió a comprarnos dos cuadernitos para sus
compañeras de trabajo y a regalarnos una docena de huevos porque a él se los
regalaban y estaba jodido del colesterol.
De ahí a Colón y de Colón a Gualeguaychú, todo bajo un aguacero
formidable, acaso una muestra cabal sobre el origen de estos ríos que se
bifurcan y se vuelven a encontrar, que aparecen en todas las fotos y que se
defienden a morir, si no basta recordar la lucha interminable en el conflicto
con Botnia.