domingo, 11 de marzo de 2012

Isla de Ometepe

A la Isla de Ometepe llegamos luego de tomar un pequeño barco que se encargó de recordarnos lo frágiles que somos ante la naturaleza. Nunca imaginamos que un lago podía ser tan agresivo como para sacudirnos de un lado a otro durante una hora, sin tregua. Finalmente, ya en tierra, tomamos un taxi compartido en busca de un lugar
Desde el Mirador, viste del Volcán Maderas
para dormir.
A “El Zopilote” llegamos de casualidad, por esa cosa argentina de recorrer lugares recónditos en busca del mejor precio. Lo que no sabíamos (al menos al principio, después la realidad se nos tiró encima) era que estábamos entrando a una finca ecológica. A este lugar se lo encuentra luego de subir unos 700 metros por una montaña rocosa y consiste en varios ranchos de madera, que pueden ser dormitorios, baños, cocina u otros espacios. Que sea ecológica no sólo implica la clasificación estricta de la basura, sino que hay un concepto integral que abarca todos los aspectos de la vida cotidiana. La forma más gráfica que tengo de explicar donde estamos es recurrir al concepto de comunidad. Obviamente, el encargado es un viejo hippie y luego hay otras personas ejerciendo voluntariados a cambio de alojamiento y comida. Aquí se llevan adelante cursos de apicultura, de español, de artesanías. También hay clases gratis de yoga y si querés podés aprender a hacer pan casero. En la recepción todo lo que se vende es orgánico: cerveza, mermeladas, jugos, salsas. Casi en el final de la finca se erige un mirador, donde se puede contemplar el

atardecer, que se vuelve único porque se pone detrás de uno de los dos volcanes que aquí se encuentran.
Lo que más nos llamó la atención fueron los baños: ¡No hay cadena! Luego de hacer pis o caca, hay que tirar por el hueco dos recipientes de cáscara de arroz, que se encuentra al lado del inodoro en una bolsa de arpillera. Ustedes se preguntarán si
hay olor: bueno, a veces un poco si, pero nada grave. El mismo olor que queda en el baño cuando sale tu tío después de comer un asado el domingo al mediodía.

La Isla

La Isla de Ometepe no está sobre ninguno de los dos océanos que bañan las costas de Nicaragua sino que está dentro del Lago Cocibolca, una inmensidad de agua difícil de describir en el medio del país. La particularidad de la isla es que es la única digital en toda américa latina. Un proyecto del gobierno nacional, financiando por varias fundaciones, logró repartir una netbook por cada niño, una política de avanzada en un país que intenta salirse del yugo imperial, que aún domina gran parte de los recursos naturales y jaquea, cuando se lo propone, todas las políticas distribucionistas del gobierno sandinista de Daniel Ortega.
Esto, más allá de que merezca ser contado, tiene más valor aún cuando se conoce cómo vive el pueblo aquí. Más allá de Mayogalpa y Altagracia, los dos pueblos principales de la Isla, el resto de las personas viven en pequeñas comunidades, algunas de ellas ancestrales. Sin cloacas, sin asfalto, sin gas natural, con luz en sólo algunos lugares y con el agua potable como un proyecto fuerte del gobierno, deberían ver la felicidad de esa gente que te recibe con los brazos abiertos en sus chozas, te regala una sonrisa desdentada y te ofrece lo poco que tiene. Con Vero hemos aprovechado mucho estos tres días en la Isla para recorrer, para hablar con los lugareños y para conocer rincones escondidos de la naturaleza. Hicimos dedo más de una docena de veces y hasta nos movilizamos con un equipo de beisbol y su
Cascada de San Ramón, Isla de Ometepe
hinchada en un camión, al ritmo del bamboleo de los pozos y el aguardiente.

La anécdota

Me hubiese gustado contar esta pequeña historia dentro del propio relato pero no sabía cómo encajarla. Hoy a la mañana, cuando íbamos caminando por una desolada calle de tierra, un viejo en bicicleta nos detuvo a preguntarnos de dónde éramos. Cuando le respondimos de Argentina, el viejo sonrió. Y para nuestra sorpresa, no mencionó ni a Maradona ni al Che, sino a Muñeca Brava, la novela que protagonizaban Natalia Oreiro y Facundo Arana. Que le gustaba mucho la música de esa chica que se ponía la gorrita para atrás, y los paisajes, y la historia y que lo bueno era que la pasaban a las cuatro de la tarde, cuando volvía del trabajo, y que podía verla tranquilo. Concentrado, dijo él.

5 comentarios:

  1. Hoy estuve mirando en la web el mapa de Nicaragua para poder ubicarlos bien en el mapa! Es increible como las novelas de aca cruzan las fronteras, si les preguntas seguro que vieron Chiquititas y Rebelde Wey.
    Respecto a la isla parece un lugar en ensueño, pero el baño un poco incómodo para mi gusto! Se descompusieron en el traslado a la isla? Beso, y sigan llamandonos que no encanta!!! Euge

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  2. Lo que hace la globalización!!! Mirá hasta dónde llegó Natalia Oreiro... cambio dolor, por libertad...
    Besos
    Mai

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  3. Todo es grandioso,el lugar hasta parece misterioso,lo de la hinchada me asusta ,quiza no se parezca a las nuestras que son mas violentas,todo lo que conocen y viven es muy lindo,no se cansan tanto "dedo"?Bueno sé que es la única forma de trasladarse,suerte en lo que sigue...cual será el lugar?
    Besos Perla

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  4. holis, y siga el baile, solo queda una pregunta: realmente me asombra saber que existen miles de lugares hermosos, naturales, que se puede visitar, recorrer, convivir, sin gastar un peso. Lo real, lo autoctono, lo desconocido, lo impresionante de todo. Guauu, gracia spor sus relatos, son maravillosos, ahhhh, no pierdo la novela contale al viejito que ella se queda con el galan principal, jajaja, Facundo arana y se casan, jajajaaj

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  5. Una experiencia super.. el viaje a la isla de ometepe, casi casi que nos vemos alla chicos...! por cierto ese era mi baño favorito en el Zopilote...!jajajajajjaja Eliasyd.G

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