miércoles, 8 de febrero de 2012

Costa Rica

A Leonardo lo conocimos en la puerta de un supermercado mientras esperábamos un bondi que nos llevara a Pavones, nuestro primer destino en Costa Rica. Estábamos con dos gringos que habíamos conocido en la frontera y que venían también para estos pagos. Entonces Leonardo bajó de un carro, que manejaba un yanqui pelilargo cerveza Guinnes en mano, y se ofreció a llevarnos por dos dólares. Aceptamos.
Pedimos que nos acerquen a algún camping pero, como no conocían ninguno, Leonardo dijo que podíamos acampar en su casa por cinco dólares cada uno. Era mucho menos de lo que pensábamos pagar así que el sí fue automático. Podíamos usar, además, el baño, la cocina y la heladera.
La casa de Leonardo es muy precaria. Consta de un techo de chapa, con cuatro subdivisiones adentro: tres habitaciones y una cocina comedor. Allí viven, además del propio Leonardo, su esposa Tita y tres de sus hijos: Adriana, Esteven y Daniel. Otros dos, más grandes, viven en pueblos vecinos. Pero como el terreno es inmenso (“casi 4 mil metros cuadrados”, contó Leonardo mientras mostraba su sonrisa orgullosa) también instalaron su casa una de sus hijas, quien vive con su esposo; y su cuñada con la familia: mamá, papá y cuatro pequeños hijos.
De modo que esto es un pequeño vecindario, donde muchos niños van de un lado a otro, andando en bicicleta, jugando al fútbol, haciendo travesuras. Es divertido porque nos levantamos, desayunamos a la sombra de un árbol sentados en una lona, mientras ellos juguetean alrededor nuestro haciéndonos todo tipo de preguntas.
Si uno tendría que elegir un oficio para ejercer por estos lados, sin duda hay uno que esquivaría: el de jardinero. Seis meses de sequía hace que no crezca el pasto, ni las plantas, ni nada. Todo se mantiene solito, con el rocío de las noches y el sol durante el día. Increíblemente, Leonardo es jardinero, así que está desocupado. En estos tiempos se dedica hacer alguna que otra changa, que incluso a veces compromete a su hijo Esteven, quien debe acompañarlo, como hoy, no pudiendo asistir a su primer día de clases. La que para la olla es Tita, trabajando como ayudante de cocina en un restaurant por poco más de diez dólares el día.
Pavones
El tema de amanecer es complejo, y todo por culpa de un gallo que, o es un pelotudo, o nos está tomando el pelo. A las cuatro de la mañana lanza el primer quiquiriquí, pero lo hace como ahogado, disfónico. La primera vez que lo escuché pensé que se había equivocado la hora, primero; y que estaría aclarando la voz, segundo. Pero no. El muy jodido tiene esa voz de mierda que, con el correr de los minutos, te va poniendo como nervioso. Y entonces uno da vueltas y vueltas dentro de la carpa y piensa, pero qué gallo hijo de puta si por lo menos lo haría bien. Ya para cuando el sol asoma sobre las ligustrinas me levanto, lleno de ira, queriendo ahorcar a ese animalito de granja que aún no sé para qué sirve. Pero eso dura poco, por suerte. El verde perfecto del patio, el ruido del mar que está a poco más de cien metros y que escuchamos durante toda la noche, la tranquilidad de un pueblo que no conoce asfalto ni autos ni empresas ni horarios, y la ola más larga del mundo hacen que vuelva en mi esa cosa armoniosa, aire agradable que me hace levantar a Vero con besos y mimos para comenzar un nuevo día de este viaje.

3 comentarios:

  1. Que bueno!!!! No puedo parar de reirme....es muy gracioso imaginarse a ese gallo desafinando y con muchas fichas para ir a parar a la cacerola,ja,ja.
    Que lindo que pudimos hacer contacto,ya hacia muchos dias que no teniamos noticias....Seguramente estaran pasando unos lindos dias en compañia de esa familia.
    Por aca todos bien...besos para los dos
    Sofia

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  2. Lo del gallo me hizo recordar que J.Carlos odiaba el que tenía el abuelo,lo despertaba siempre y tambien tenía desafinaciones,qué gracioso,bueno son sumatorias de experiencias,tambien convivir con gente tan humilde pero de buen corazón,quiero ver Nacho una buena foto agarrando la ola mas grande de punta a punta,que sigan disfrutando mucho,bsss

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  3. mandale mis saludos al gallito compadrito y bravucon. A la noche prendele vos la linterna asi canta y le cagas el sueño al gallo, jajaja. Un abrazo. Tio Marcelo y Familia

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