jueves, 19 de julio de 2012

San José

La ciudad de San José de Costa Rica tiene algunas peculiaridades que la vuelven completamente distinta a la de sus colegas capitales centroamericanas. En principio tiene un centro comercial que se encuentra por fuera de los mall, es decir que replica una variante conocida: una calle peatonal principal donde se erigen los negocios de ropa, bancos, cafés, librerías. Parecería absurdo escribir esto, pero ni Managua, ni San Salvador, ni Tegucigalpa tienen esta estructura demográfica.

Pero lo verdaderamente asombroso es que casi no vive gente en el centro de San José. Y digo más: para toparse con casas hay que irse bien lejos del casco principal. Nos resultaba extraño, ni bien dimos nuestras primeras vueltas, los pocos autos que veíamos y el poco tránsito en general que había en las calles. Pero claro: allí no habita casi nadie, con lo que sólo la gente se moviliza hasta el centro para ir a trabajar o estudiar.
La repercusión directa de este fenómeno es que no existen los edificios. Insisto: no existen los edificios en la capital de Costa Rica. Y mientras escribo esto pienso si acaso existían los edificios en Managua o Tegucigalpa o San Salvador. Tal vez no y nunca me percaté. Pero acostumbrados a los rascacielos porteños, caminar por capitales donde sólo hay casas o negocios horizontales es una rareza.
Así que el ritmo de la ciudad, con excepción de las horas pico, es paciente, manso, cadencioso.

Una comida típica reciente
Nuestros anfitriones de Couchsurfing nos llevaron a Rafas, un barcito donde comer “chifrijo”, una comida típica costarricense que consta de frijoles, tomate y carne. ¿Una comida típica? Bueno, aquí hay una historia y data sólo de un par de años, digamos menos de diez. Resulta que un buen día, al dueño de un bar, se le ocurrió hacer ese preparado para acompañar las cervezas.
Y fue tanto el éxito obtenido que los otros bares y restaurantes comenzaron a imitarlo, a tal punto que hoy se ha convertido en un deleite que nadie que visita este país puede irse sin probarlo. Esta historia me fascinó, porque funcionó, al menos para mi, como una demostración de que estamos vivos, de que la historia está vigente y que no somos meros reproductores de costumbres.

La Noche de los Museos
Por esas cuestiones de la suerte justo pegamos La Noche de los Museos. Nos enteramos el día anterior, cuando habíamos ido a visitar el Museo de Oro Precolombino y nos habían querido cobrar once dólares per cápita.
Entonces un cartel anunciando el evento. Yo, argento, me acerqué sigilosamente y luego de evacuar algunas dudas nos confirmaron la noticia: al día siguiente podrían visitarse todos los museos de la ciudad gratis. Fue así que decidimos quedarnos un día más en San José para no desaprovechar tamaña oportunidad, además de seguir compartiendo momentos con nuestros anfitriones, Charly, Marco, Rudy y Maciel, cuatro personajes entrañables y bohemios con los que intercambiamos algunas concepciones de música e infinitas charlas sobre la vida de los sapos y la posibilidad cierta o no de que calles paralelas puedan toparse.

4 comentarios:

  1. Que bueno saber de ustedes, y que alegria da leerles cada paso y saber que lo estan disfrutando al maximo, les deseo lo mejor en lo que falta de el viaje y ese reencuentro con su gente en agosto, bendiciones.

    En la primera foto, la tipa de la derecha, esa es la felicidad que necesitamos, que alegria caramba..

    marcelo

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  2. Fe de erratas: Donde dice Marco, lease Marko...y donde dice Rudy, lease Randy. Jajaja!
    Me encanto el post y la alusion al bendito chifrijo, del Museo Rafas de cultura popular!
    Visitare su blog mas seguido.
    Saludos y feliz viaje!

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Hey que lindo el review, ya lo publiqé en mi Facebook para alardear... Pura Vida!

    Carlos / Charly

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