martes, 3 de julio de 2012

La comuna


Son poco más de las ocho de la mañana y el sol todavía no ha asomado desde atrás del paredón. Apenas se escuchan algunos autos, y el escenario es ganado por algunos pájaros y gallos. Pensé que escribiría ayer, pero las circunstancias no me lo permitieron y hoy me levanté con ganas. Sucede que hace unos días cruzamos una nueva frontera y alcanzamos México y llegamos a San Cristóbal de las Casas, luego de un paso fugaz por Palenque. Aquí nos esperaba un anfitrión de Couchsurfing y, aunque nos había explicado que su casa era un espacio recurrente de viajeros, jamás imaginamos lo que encontramos.
El dueño de casa se llama Goñi, un mexicano entrañable que hace dos meses se puso un bar junto a dos amigos y que parece no descansar en el afán de hacer de la vida un espacio múltiple y flexible y de su casa una morada tibia para quienes lo visitan. Él vive con su novia española. Y además de ellos dos, aquí habitan o habitamos, dos italianos, dos españoles, un alemán y nosotros dos.
No se imaginen una casona: aquí el corazón es bien grande. Y la manera de organizarse sencilla: si tienen que dormir tres en una cama está bien y si hay que parar en el suelo también. Y más allá de que durante el día cada uno está con sus actividades, por la noche nos reunimos a cenar y a charlar sobre nuestras visiones del mundo, nuestros viajes y la manera en que podemos contribuir para cambiar el mundo. Pero ojo, no se trata de una comunidad inofensiva: la mayoría somos militantes y muchos de ellos trabajan directamente con las comunidades zapatistas u otras organizaciones ligadas a la defensa de los derechos humanos.
Ni bien habíamos llegado me preguntaron cuánto tiempo nos quedaríamos en San Cristóbal y respondí una semana y, cuando me lo volvieron a preguntar dos horas más tarde dije quince días. Es que realmente hemos sentido una conexión tan intensa que va a resultar bien difícil que nos arranquen de acá. Y no me refiero a la casa y su gente, que por cierto me han renovado las ganas de viajar que unos días atrás, por los sucesivos viajes y una nueva recaída por una intoxicación, se habían aplacado, aunque jamás desaparecido. Es esta ciudad cosmopolita, símbolo de la resistencia antineoliberal, faro cultural de la humanidad y demostración cabal de que es posible mirar a la política y comprenderla desde otros ángulos. Pero esto último será materia de análisis de los próximos días.
Por el momento estamos en Chiapas, un lugar que no conoce de imposibles. Nosotros tampoco.

2 comentarios:

  1. Que buena onda!! a disfrutar este ultimos mes!
    Beso y ojo con el texila..
    Euge

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  2. Hola!!! Que bueno verlos rodeados de tanta gente linda por lo que nos cuentan...Me hacen recordar los veranos que la casa se llenaba de gente,y uno los recibia y los atendia con tanto amor...
    Ojala algun dia podamos conocer algunos de los lugares tan fantasticos que nos mencionan.
    Les mando un beso enorme y transmitantan mis saludos a los nuevos amigos.
    Los quiero mucho.
    Sofia

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