miércoles, 25 de julio de 2012

Bocas del Toro

Bocas del Toro es un conjunto de islas que se encuentran al norte de Panamá, sobre el Mar Caribe, casi haciendo frontera con Costa Rica. La isla principal se llama Isla Colón (a la que le dicen propiamente Bocas del Toro). Nosotros estamos en Bastimentos, una isla que nos recomendaron por su tranquilidad y por la menor afluencia de turistas. Pero la isla es grande y, por confusión, abordamos una lancha rumbo a Red Frog, una exclusiva playa a la que sólo se llega por agua y adonde generalmente vienen algunos turistas a pasar el día.
Quedarse a dormir es caro y las condiciones no son las mejores porque llueve mucho tiempo al día, además de no haber electricidad ni internet ni mercado alguno. Pero nosotros, hiper relajados de estar transitando nuestros últimos días, nos mandamos de una, sin siquiera averiguar precios. Así que cuando llegamos no nos quedó más remedio que plantar nuestra carpa, el alojamiento más económico posible.
Si bien sabemos que estamos en temporada húmeda jamás imaginamos que la lluvia caería como una cortina durante doce horas. La carpa sobrevivió porque la pusimos debajo de un techo de lona, así que si bien entró un poco de agua, no lo suficiente como para agudizar la situación.
La sensación es contradictoria porque si bien el lugar es una belleza natural, no teníamos pensado pasar nuestros últimos días en carpa y con la ropa mojada. Tal vez así tenía que ser, como al principio, los dos recién llegados con nuestra carpita, acomodando la bolsa de dormir, la ropa hacia un costado, apuntando con la linterna nuestro camino. El círculo que se cierra.
De los pocos viajeros que por aquí pasan nos hicimos compinches de un australiano y un filipino, con quienes compartimos ayer una caminata hasta Playa Polo, cuyo nombre se debe a un viejito que allí vive. El tipo tiene la playa a su nombre, qué tul. Esa playa es elegida por aquellos que disfrutan de hacer snorkel, ya que el mar conforma una pequeña bahía volviendo el mar cristalino y suave.
Hoy amanecimos a las seis y media de la mañana y nos brindamos a la naturaleza con una clase de yoga sobre un deck arriba del mar y bajo la lluvia. Para un tipo que está dando sus primeros pasos en el yoga, como yo, fue toda una experiencia.
El resto del tiempo lo pasamos en la playa, caminando, mateando (con lo último de yerba que nos queda), leyendo y esperando. La espera no como un tiempo perdido sino como un ejercicio de la paciencia, de la templanza. Como el momento para que el espíritu se cultive, entre árboles, el mar y los pájaros que nos sobrevuelan día a día.

1 comentario:

  1. siempre se vuelve al primer amor....Bienvenida la carpa y sus experiencias,ya la extrañabamos.
    Bueno,para este momento era que compraste la campera,ja,ja.
    Les mando un beso grande y un abrazo calido,que ojala sirva para sacarles un poco la humedad.
    Los quiero mucho.
    Sofia

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