lunes, 23 de abril de 2012

Una visita esperada

Fiel a su promesa que había hecho meses atrás, antes de que este viaje se iniciara, Perla, mi suegra, vino a visitarnos. Con ella compartimos los primeros diez días de nuestra estadía en Cuba y fue fructífera desde donde se la mire. Más allá de ayudarnos económicamente los días que compartió con nosotros (tengo que decirlo: casi que bancó todos los gastos) pudimos enredarnos en infinitas charlas acerca de la realidad política y económica de la isla. A diferencia de como ella generalmente se presenta en público, Perla es una persona muy culta, lectora, oyente de radio, pero sobre todo con una mente abierta para poner en crisis sus propias verdades. Recuerdo que en el primer paseo que dimos por la Plaza Mayor en La Habana dijo: “a mi me gusta la libertad y acá no hay libertad”. Lo curioso fue que expresó eso recién bajada del avión. Estoy convencido que con el transcurrir de los días esa percepción cambió y hoy, a la luz de tantas charlas con cubanos, debates entre nosotros y lugares que visitamos, ese pensamiento que antes se presentaba como absoluto, hoy acepta grietas, fisuras, que no son más que caminos a nuevos pensamientos y concepciones.
En La Habana recorrimos la Plaza de la Revolución, algunos museos y la extensa peatonal donde se amontonan barcitos y donde uno puede escuchar excelentes melodías caribeñas al son de la guitarra, los bongó y las congas. Si en algo influyó la visita de Perla fue que alteramos la manera que con Vero tenemos de recorrer los lugares; digamos que tuvimos unos días turísticos. Con esto quiero decir que tomamos el colectivo que te pasea por la ciudad (el mismo que está en Buenos Aires y en otras partes del mundo y que no tiene techo) y fuimos a comer afuera varias veces, sino todas.
Uno de los días, por la mañana, salimos con un objetivo imposible: encontrar a Víctor Hugo Morales (de quien los tres somos escuchas), que en esa semana transmitía desde Cuba hacia Argentina. No sabíamos desde que radio lo haría, pero al preguntar nos dijeron que sólo una transmitía al exterior: Radio Habana Cuba. Hasta allí fuimos, en un viaje donde combinamos colectivo con caminata, pero al llegar nadie conocía a ese hombre. Preguntamos en varias radios y nada. Tal vez alguien, leyendo este post, al menos pueda evacuarme la duda desde dónde se emitió el programa.

Cienfuegos
A Cienfuegos fuimos por que sí, por puro capricho. Teníamos que ir a algún lugar cercano, ya que Perla no tenía muchos días y alejarnos iba a generar complicaciones para regresar. El capricho dio resultado porque dimos con una ciudad hermosa, construida por franceses y cuyas características principales eran el silencio y un boulevard que se extendía por todo el pueblo. A ese paseo se lo llama el Prado (aquí a todos los boulevard se los llama Prado) y es el lugar elegido por los lugareños para dar la vuelta al perro, algo que también aprovechamos nosotros para matear y discurrir sobre historia o política. Cienfuegos también tiene un malecón que desemboca en dos o tres barcitos donde puede disfrutarse de una cerveza fría.
Igual que en La Habana, nos alojamos en una casa de familia y, como allí estábamos cómodos, aprovechamos para hacer base y conocer lugares aledaños, sin necesidad de trasladarnos con todos nuestros petates.

Trinidad
Cuando abrimos la puerta de casa para partir a Trinidad, nuestros ojos brillaron ante el auto antiguo que esperaba para llevarnos. Increíblemente no recuerdo la marca, pero si el año del modelo: 1958. Tal vez algún entendido en la materia (viendo la foto) sabe de que auto hablamos, pero era una joya: tapizado de cuero rojo impecable, alfombra sin una mancha y un motor que sonaba como nuevo. Sólo una pequeña pantalla de televisor que se ubicaba sobre el margen del acompañante y que reproducía videos de música te devolvía al 2012.
Trinidad es un pueblo que tiene de pequeño lo que tiene de turístico. Sus calles aún son de piedra, no adoquines sino piedra, y en ellas se amontonan cientos de artesanos con su más diversas ofertas: desde manteles bordados hasta cuadros de pintura, pasando por collarcitos e imanes para la heladera.
Allí vi lo que hasta ahora jamás había visto: una iglesia abandonada. En este viaje, como imaginarán, vimos iglesias derruidas, algunas pocas restauradas, pero nunca una abandonada. En su momento, la explicación que le di a Vero era que las Iglesias abandonadas no existían porque eso significaba ceder mucho dinero. Es decir, no sólo la construcción del templo en sí mismo, sino también el terrero en el que se encuentra emplazada. Pero aquí (me refiero a Cuba) la historia es un poco más compleja y data desde el inicio de la Revolución, cuando algunas iglesias eran un sitio propicio para esconder armas que se usarían para la contrarrevolución y también la forma más accesible para introducir espías extranjeros al país. No sé si exactamente esto es lo que sucedió con esa iglesia, pero si con muchas otras.

Playa Girón
Aquí, en Playa Girón, sucedió el desembarco de la ofensiva yanqui en 1961 con el objetivo claro de derrocar al gobierno revolucionario. Muy a su pesar, Playa Girón se volvería símbolo de la resistencia al imperio, pues aquí Estados Unidos sufrió su primera derrota en América latina. Allí estuvimos, naturalmente, visitando el Museo que da cuenta de esta heroica lucha llevada adelante por el pueblo cubano, en defensa de su soberanía.

Curiosidades
En el verano, mientras con Bruno leíamos a Hernán Casciari, me confesó que lo que le gustaba del gordo era que escribía cosas cotidianas. Por ese entonces Bruno se había enterado, leyendo “España, decí alpiste”, que en el país ibérico no existían los quioscos. Recuerdo que me expresó una cierta frustración por parte de quienes habían viajado a la madre patria y no le habían contado semejante cosa. Por eso, en su homenaje, no puedo olvidarme de esta curiosidad que quiero contarles y que no se bien cómo encajar. En Cuba, a la r la pronuncian como la l, al mejor estilo chinos. Así que, en lugar de decir paladar, dicen paladal. Esto que parece una huevada nos trae serias confusiones sobre lugares a los que tenemos que ir, bondis que tenemos que tomar, y palabras que debemos entender.

Santa Clara
Santa Clara es la capital de Las Villas y, según me dijeron, ostenta casi doscientos mil habitantes aunque, cuando uno la camina, tiene el ritmo de una ciudad-pueblo, esas urbes extrañas que combinan importancia histórica y política con limpieza y orden. La gente pareciera que no va a ningún lugar, que sólo pasea.
En el centro está el Parque Vidal y a su alrededor se erigen edificios de antaño. Allí, por ejemplo, está el sitio desde donde Fidel le habló al pueblo luego del triunfo de la Revolución, en 1959. Pero no es Fidel el personaje protagonista de Santa Clara sino el Che, quien fue el que la liberó de las fuerzas de Batista. De allí la mítica canción “cuando todo Santa Clara, se despierta para verte”. Aquí se llevó adelante una de las ofensivas más estratégicamente planificadas de toda la lucha de liberación. Resulta que un tren blindado de 22 vagones y 2 locomotoras de las fuerzas de Batista avanzaban hacia la ciudad. Allí venían más de 400 hombres, armados hasta los dientes. Entonces el Che, que en ese entonces era el Comandante en Jefe del Ejército Rebelde en la zona de Villa Clara, dio la orden de descarrilarlo. Luego de un largo tiroteo, estos 400 soldados se rendían ante 18 revolucionarios, liderados por “El Vaquerito”, jefe del pelotón suicida que cayera muerto en ese mismo enfrentamiento.
En el otro extremo de la ciudad se levanta el Monumento al Che y, a su lado, el Museo que contiene objetos valiosísimos como su uniforme, su boina, boletines de la escuela, su diploma de graduación de médico y tantísimas cosas que hacen a la vida del revolucionario más emblemático del siglo XX. Pero lo más importante es que allí descansan sus restos, que fueron repatriados en el año 1997 por un equipo forense cubano, que lo trajo desde La Higuera, el sitio boliviano donde fue asesinado. Junto a él, se encuentran los restos de los guerrilleros caídos en Bolivia, también repatriados por el mismo equipo forense.
Por todas estas cuestiones es que Santa Clara es considerada el símbolo de la victoria, último bastión liberado por las fuerzas rebeldes.
Nuestra estadía
Luego de buscar y buscar encontramos habitación en la casa de Olga, una cubana muy atenta que siempre está dispuesta a servirnos, y lo digo literalmente, ya que aunque no lo habíamos pagado nos sirvió unos desayunos riquísimos y abundantes. La casa es amplia, con cuartos altos (de los de antes) y con baño privado: un lujo. Tiene un patio cubierto con techo de enredadera y está lleno de pajaritos, loros, peces, perros que hacen bochinche y que te hacen creer que estás en la selva. Allí está la mesa donde desayunamos. Y arriba, una terraza con sillas y hamacas donde mateamos, leemos y jugamos al chinchón.
Por la mañana aprovechamos para conocer los lugares históricos que les mencioné y por la tarde nos internamos en algunas librerías donde por poco te regalan los libros. Y sí, nos tentamos y cometimos el pecado de comprarnos cinco, una locura para nuestro poco espacio. Es que, tengo que decirlo, algunos los pagamos un peso argentino.
Una de las noches fuimos a un centro cultural donde proyectaban Milk. Y si nos asombramos de que el valor de la entrada era un peso cubano (es decir, 20 centavos nuestros) más aún quedamos boquiabiertos cuando nos dejaron pasar gratis.
Quería contar estas dos experiencias, la de los libros y la del cine, porque creo que es una buena manera para comprender por qué el pueblo cubano es tan culto.

2 comentarios:

  1. hola muchachada. como andal? comel bien? el caminal les gusta? el lugal es muy bonito? jajajaa. Me alegro mucho que esten conociendo esos hermosos lugares. Que descubran sus formas de vida, sus gustos, sus pensamientos. Me gustaria saber , Igna, como vive la gente del lugar, que nos cuenten como son sus dias, si salen a pasear, a comer, a jugar a la pelota, si el domingo es un dia como todos, si los chicos van al cole, es obligatorio? se que es publico, pero existen otras varientes de educacion privada? si en esas ciudades tambien viven del turismo, o cual su forma de ganarse la vida, y si bien ya contaste sobre la dignidad del pueblo cubano, como ven al actual gobierno, y que saben ellos de nuestra Argentina,. Si bien son muchas preguntas, pero bueno a joderse, ustedes son nuestros ojos, orejas, comel y bebel de todos, jajajaja. Un abrazo, Tio Marcelo

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  2. Hola!! aparecieron! estuvieron en muchos lugares que hace poco me conto Juli en su estadía en Cuba.. como en Cienfuegos que a elos les gusto tanto! Realmente he paseado por Cuba, me sumo a lo que pide el tio para interiorizarnos un poco mas.
    Espero que no se les pegue a ustedes la r por la l.
    Saludos. Euge

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