lunes, 21 de mayo de 2012

El Salvador

Estos primeros días en El Salvador no pueden explicarse sin su protagonista principal: Marcelo, nuestro anfitrión de Couchsurfing. No se trata de un tipo cualquiera y, tal vez por eso, es que pegamos una onda increíble. El tipo vivió en Argentina, en Canadá, viajó por Hungría y recorrió miles de kilómetros en bicicleta para unir Chile con El Salvador, y a contra reloj, ya que el objetivo era llegar para pasar las Fiestas con su familia. Actualmente es jugador de fútbol, lo que me valió, ayer por la noche, un partidito fútbol 5 que sirvió para comprobar mi pésimo estado físico luego de meses de sedentarismo.
Junto a él recorrimos la capital San Salvador, conociendo mercados de artesanías, centros comerciales y paseos populares. Y también anduvimos por la
Universidad Católica
, donde trabajan su hermano Álvaro (un tipazo que nos abrió la puerta de su casa como si nos conociéramos de toda la vida) y su viejo, que es un personaje entrañable, profesor de matemáticas y obsesivo de los problemas de aritmética. Lo gracioso es que, luego de saludarlo, te empieza a contar problemas matemáticos y te envuelve de una manera en la que te descubrís atrapado en una red ajena, pero hiper concentrado por desentrañar ese nudo complejo y fascinante. Para que se entienda: el padre de Marcelo es quien escribe en este país los manuales de matemáticas para pibes de séptimo, octavo y noveno grado.
Ayer, domingo a la noche, salimos a comer pupusas (Ver diccionario del Blog) junto a toda su familia, menos la madre quien se está recuperando de una enfermedad. Así que allí conocimos a su otro hermano, Fabio (arquero y sabedor insaciable de estadísticas de fútbol) y a la novia de Álvaro. Todos reunidos agasajándonos y tratándonos como reyes, una cena hermosa que nos hizo sentir el calor de la familia.
Por si fuera poco todo lo que ha hecho por nosotros, hoy nos llevó a Migraciones, adonde fuimos para obtener una prórroga de la visa que, por una impericia (una pelotudez, bah) de la agente de Migraciones en el aeropuerto de Honduras, nos dieron treinta días en lugar de noventa. Y es que acá existe un convenio que se llama C4, y que consiste en que Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala, otorgan una sola visa, y la da el primer país al que uno entra. Y ese fue Honduras, luego de arribar desde Cuba. Conclusión: 25 dólares cada prórroga, fotocopias de esto y lo otro, y Marcelo teniendo que dar la cara por alojarnos. Es decir, también lo metimos en este baile. Pero el tipo firme, bancando la situación. Un groso.
Si todo sale bien, mañana hacemos el trámite y luego nos vamos para la playa (Marcelo nos llevará en su auto en otro gesto más de su hospitalidad), adonde esperamos volver a surfear luego de dos meses de vaguear por otros lados.
En definitiva, Marcelo pertenece a ese grupo de personas que uno quiere conservar toda la vida. Su paz, su respeto, su inteligencia y su humor, son valores que lo vuelven amiguero y familiero; un tipo al que te dan ganas de invitar a comer un asado.

3 comentarios:

  1. Que buen hallazgo!!! Parece que lo estan pasando de maravillas....Me hace mucho bien saber que estan conociendo gente linda que los recibe como a verdaderos AMIGOS. Cuenten con nosotros para devolver algun dia tanta hospitalidad...y suerte con las olas,ya que en el futbol fuiste calimitoso,ja,ja.
    Besos a ustedes y un abrazo grande a la familia de Marcelo.
    Sofia

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  2. Hoola estas re barbudo!!!!!!!!! no se afeita la gente en Honduras? Que bueno que ganaron otra amistad, yo aun conservo presente a Noelia, mi amiga española, que ya se presto a ayudarlos cuando recorrieran eza zona.
    Beso. Euge

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  3. Se ve que allá también hay "impectoras" jajaja!! Beso enorme, chicos! Silvia K.

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