domingo, 10 de junio de 2012

Guatemala

Luego de despedir a Marcelo, un tipo al que vamos a extrañar y que se ganó lágrimas de Vero y un sollozo apagado por mi parte al subir al bondi, emprendimos un viaje largo que comprendió atravesar una frontera más para llegar a la mítica Guatemala.
Aquí, en la ciudad de Antigua, nos esperaba una anfitriona de Couchsurfing. Al llegar conocimos a otra pareja de argentinos que estaban aquí hospedados, a Belinda y su pequeño René, a su novio Nico, y otros que van apareciendo y desapareciendo, como el australiano que duerme en el sillón del living. Quisiera contarles sobre las cosas que vimos pero dejaré pasar los días porque tengo miedo de que la ansiedad me traicione. Guatemala no es un país cualquiera, aquí la historia maya está bien viva y no es una cuestión de museos, sino que se observa cotidianamente. Es raro, pero cuando en la escuela, incluso en la universidad, te hablan sobre los incas, aztecas o mayas, uno se imagina comunidades que vivieron hace cientos de años, pero nunca se lo figura como un actor social importante, que interviene en la sociedad y que conforma el pueblo en general.
Hoy visitamos el Cerro de la Cruz, desde donde se contempla la ciudad y la inmensidad del volcán de agua, y luego fuimos a un hostal que construyeron sobre un mirador en medio de la montaña y donde la vibración es espesa, te interpela. Allí hicimos mate y hacía tiempo que no lo vivía como el ritual que verdaderamente puede significar. Por la tarde, cuando la victoria de River era casi un hecho, me puse a llorar emotivamente. Uní estas emociones en una misma línea de pensamiento cuando Nico me habló de que también había tenido una vibra muy intensa, allí en la montaña.
Nico y su hijo, René
Lamento que no pueda narrar estas primeras emociones con mayor exactitud, pero Antigua ha resultado intensa y me ha quitado las palabras. Dejamos a Marcelo con nostalgia pero rápidamente nos topamos con esta gente que nos ha abierto su casa de una manera increíble, haciéndonos parte de su familia, en estos días de hospitalidad.
Si Guatemala se me figuraba como el destino de lo posible, como el peregrinaje por su mística y su multiplicidad de culturas, este corto tiempo no hizo más que seguir alimentando esa llama persistente, que se nutre del calor que emana de su pueblo, su música y su tierra.
También siento que, por primera vez, voy a viajar por las montañas, los lagos y los cañones. Esa peculiaridad me vuelve perplejo y asombrado por todo lo que descubro a diario.

2 comentarios:

  1. Cuanta sensibilidad!!! Me gusta.Me gusta mucho que puedas sentir cosas tan lindas y atreverte a decirlas,es magico.Me hace mucho bien.Te quiero mucho.
    Fuerza y Buen camino!!!
    Sofia

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  2. Que rico leer sus dias en Guatemala, y en especial en antigua, una ciudad tan llena de vibra buena, su gente sus calles su parque central.. Y tengan en cuenta que se les viene aun paisajes macanudos (pahajachel, tikal, san pedro de la laguna, chiapas) asi que ah disfrutar, aca tambien se les extraña pero ya llegara el momento para poder hacer una rondita de mateada o un rabiolipure. un abrazo para los dos.

    marcelo.

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