lunes, 10 de noviembre de 2014

Punto de confluencia

Las nubes perpetuas sobre el suelo de Posadas. ¿Es eso un cielo? Llueve casi todo el tiempo, casi todos los días, aunque cuando el sol sale parece que está desde hace tiempo. Lo efímero se camufla de eterno en estas tierras rojas, irregulares. Las casas ¿viejas? ¿feas? conviven con las casas ¿modernas? ¿lindas? Todo se mezcla en Posadas si hablamos de arquitectura. ¿Existen las clases sociales? Algunas calles están tan inclinadas que da la impresión que todo se viene abajo. Y, por momentos, todo se viene abajo. 


El calor sí es una fija: por eso se espera la tarde, la tardecita, en las veredas, en reposera, con el tereré entre las piernas que es bien distinto al invento que se importa por otros lados. La yerba no es la típica de mate sino una especial, llamada canchada, que es más gruesa, digamos menos molida. Eso hace que no se lave. Y los termos son los grandes, los de tres litros, de boca ancha, para que entre el hielo.
Posadas se encuentra sobre una de las orillas del río Paraná, en una costanera larga y moderna. Del otro lado, cruzando el puente, Encarnación (Paraguay). La frontera natural no separa nada sino al contrario: las dos ciudades se unen por el río calmo.
Los espacios públicos se colman de familias y los carritos con comidas típicas como el caburé le disputan el mercado gastronómico a los infaltables superpanchos. Las mujeres saludan con dos besos, algunas esculturas inmensas de seres mitológicos guaraníes se erigen por diversos sitios de la ciudad, la lluvia desaparece y el sol arde todo lo que puede arder un sol a las tres de la tarde en el litoral.
Caburé: super chipa hecho a las brazas

Posadas te regala sus colores naturales acaso como si no pudiese ser de otra manera, como si así desnudara su identidad. El verde de la selva aparece en los jardines de las casas, la tierra roja se queda en los asfaltos calientes, en las entradas de las casas, en las suelas de los zapatos, el celeste del río inmenso te llena los ojos ante cada oportunidad.
En las verdulerías se consiguen sandías grandes y baratas, la cerveza es servida en termos de tergopol que la protegen del calor eterno, las veredas son escenario de todo lo que pasa. A pesar del aire acondicionado o los ventiladores, la calle continúa siendo el espacio predilecto para estar. Porque cuando el calor no cesa y el viento no corre, a veces uno sólo se propone estar. Y en ese caso, lo mismo da una galería, la sombra de un árbol o la costanera infinita.

Costanera de Posadas

1 comentario:

  1. Hola!!! Que verdes!!!! Que linda fotografía nos llega......Como decimos en casa ...Habra monos??? Me alegro que estén disfrutando tan lindos lugares, pueden mandarnos calorcito para Neco,que será bienvenido.
    Un abrazo gigante.
    Sofia

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