Producto de la expulsión de la isla de
San Vicente, los caribes negros o garífunas llegaron a la Isla de
Roatán (Honduras), esparciéndose pacíficamente en pequeños grupos
a lo largo de la costa caribe centroamericana desde Nicaragua hasta
Belice. En 1802 arribó al lugar situado en la margen oeste de la
desembocadura del Río Dulce un bergantín que, procedente de la Isla
de Roatán, venía comandado por Marcos Sánchez Díaz, considerado
como fundador de este poblado, acompañado de una tripulación de
raza negra, creándose así el primer asentamiento garífuna en
Guatemala. Por falta de víveres y materiales de defensa se vieron
obligados a trasladarse por algún tiempo a Punta Gorda (Belice)
estableciéndose definitivamente cuatro años más tarde en tierras
guatemaltecas.
El idioma garífuna surgió en la isla
de San Vicente hace más de seis siglos. En la actualidad se conforma
de un 45% de palabras araguaca, un 23% kallinau, 15%francés, 10%
inglés y 5% lo constituye el vocablo técnico de español. Resulta
gracioso escucharlos hablar en su dialecto: pronto te sorprendes con
palabras como computadora o internet, que no tienen traducción a su
lengua.
Nosotros nos establecimos en un
castillo israelí, y ahí pasamos tres noches bien raras, cerca del
mar caribe y rodeados de animales, como cerdos, gallinas, chupé
(algo así como un gallo pero más grande), iguanas y tortugas de
agua salvajes. A estas últimas las descubrimos mirando el arroyo que
pasaba por el patio del castillo. (Creo que aquí debo un paréntesis,
porque menciono que paramos en un castillo como si fuese algo de
todos los días o como si fuese una posibilidad cotidiana y no,
entiendo que es una locura. Era un castillo relativamente nuevo,
tenía 20 años. Lo construyó, naturalmente, un israelita y era el
hospedaje más barato del lugar; menos de 10 dólares por día por
los dos).
Con Livingston generamos una conexión
especial. Fuimos por un día, nos quedamos tres, pero daba para
quedarse un mes. No es que había mucho para hacer, pero el pueblo
era tranquilo, con muchas tiendas de artesanías típicas, puestos de
comidas, posibilidades económicas de paseos como alquiler de kayaks
o canoas. Uno de los días aprovechamos para conocer Siete Altares,
unas cascadas naturales consideradas Patrimonio de la Humanidad por
la Unesco. Allí nadamos en las pozas y mateamos mientras poníamos
los pies en el agua.
Por esas cosas
que tienen las conexiones, decidí cortarme los rulos y hacer nacer
de mi tres pequeñas rastas. En definitiva, los garífunas son gente
linda, que se mueven al ritmo lento del mar caribe, un poco sucios
(hay que decirlo), que siempre te regalan una sonrisa, que viven en
constante relación con la naturaleza y que, todo eso y como si fuera
poco, te lo contagian ni bien te bajás de esa lancha, de la que ya
venís medio flasheado porque en el camino te permiten bañarte en
unas pozas termales a la orilla del Río Dulce y caés, rendido ante
ellos, ante ese espíritu negro que pasea, ni siquiera vive, que
pasea cadencioso por las calles del caribe.
Que buena experiencia!!!
ResponderEliminarNo entiendo lo que hiciste en tu cabeza....Ojala te quede lindo!!!
Espero que traigan algun regalito de alli.ya que decis que hay cosas bien bellas,ja,ja
Muchos besos.
Sofia
Me parece fantástico lo que han vivido en esa comunidad negra,por lo que contás han disfrutado mucho,muy linda la foto de Vero remando,qué poco queda para el regreso ya estoy ansiosa,están seguros que les da el tiempo para regresar? jaja mamá tenía que ser besotes.
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