Pero como el bondi salía muy caro preferimos viajar en tren
y así ahorrarnos además pagar la noche de alojamiento. Viajar en tren
significaba, también, indagar sobre una vía de transporte que hasta entonces no
había vivido en la isla y una situación por la que todo viajero quiere pasar.
El colectivo o el avión son opciones que en el fondo esconden, como diría la
oración bíblica, “la verdad, la belleza y la vida que encierran los caminos”.
El tren, en su trajeteo, en su lento peregrinar, te devuelve real los campos
que atraviesa, la gente te saluda de arriba de sus caballos y hasta uno puede
sentarse a fumar un tabaco ahí, donde termina el vagón, cerquita del baño.
Pero el tren, en los países del tercer mundo, tiene algunos
inconvenientes, algo sabido por cualquiera que haya tenido los cojones de
partir rumbo a Tucumán o Posadas, desde Buenos Aires. En esta situación debo
confesar que quedé sorprendido por la puntualidad de la partida pero al
tiempito nomás, un leve descarrilamiento nos demoró en las vías casi tres
horas. ¿A qué hora llegaremos? ¿Nos perdemos el comienzo del desfile? Má´ si,
con ir al mediodía nos queda toda la tarde, pensé.
Pero por algo que brega el socialismo es por cierta
disciplina y eso pareció lo que primó aquel día, lejos de los festejos
presagiados: cuando llegamos a la Plaza de la Revolución, cerca de las 11, ya
todo había terminado y sólo quedaban algunos turistas tan sorprendidos como
nosotros. La cita había empezado a las ¡siete de la mañana! Y había durado poco
más de una hora, convirtiéndose en el desfile más rápido de la historia. ¿Justo
este año? Justo este año. Y encima Raúl presenció todo el acto.
Lo que dejamos
Pienso qué me quedó por decir de Cuba, que me quedó en el tintero
sin contarles. En lo personal, me voy con una profunda nostalgia por dejar
atrás esta tierra amiga, que tan bien nos hizo sentir y que nos ha adoptado, como también lo hizo
con el Che y con todo el que la visita, como sus hijos. La emoción de Agustín
al despedirnos fue símbolo de ello. Porque ser argentino, acá en Cuba, es
también ser cubano. Nos quieren, saben de nosotros, conocen el mate, adoran a
Cristina. Conocen nuestras ciudades, los atractivos turísticos, las costumbres.
Soy consciente, porque varios me lo han hecho saber, de los debates y desencuentros que suscitaron mis escritos sobre Cuba. Pero más allá de las diferencias políticas o de apreciación sobre el comportamiento de la economía, cuestiones susceptibles a la reflexión y la crítica, aquí se hace carne el grito libertario que San Martín echó al viento como una ráfaga de esperanza y humanidad: “¡Seamos Libres: que lo demás no importa nada!”. Que así sea.
Soy consciente, porque varios me lo han hecho saber, de los debates y desencuentros que suscitaron mis escritos sobre Cuba. Pero más allá de las diferencias políticas o de apreciación sobre el comportamiento de la economía, cuestiones susceptibles a la reflexión y la crítica, aquí se hace carne el grito libertario que San Martín echó al viento como una ráfaga de esperanza y humanidad: “¡Seamos Libres: que lo demás no importa nada!”. Que así sea.
Que buena historia!!!!
ResponderEliminarMe encanto...aunque se que para vos fue un fiasco!!!Ademas....me crees si te digo que vi el desfile en la tele para ver si te veia,ja,ja re cholula!!!
Estoy feliz de tu paso por Cuba,de la experiencia que seguramente atesoraras,de la buena onda que transmitiste en todos los blogs.
Confieso que estaba muy atenta ,me originaba muchas cosquillas tu paso por Cuba.
Ademas,ahora al estar en el continente,te siento mas cerca....cosas de mama.
Besos.
Sofia
el loco se fue a ver un desfile y no hay nada¡ jejejejej que garron¡ jejejeje.mira los pelos¡ jejejeje como vos qerias man¡ abrazo grande. los quiero
ResponderEliminarMuy buena la incorporacion del videito, espero que sumen algunos mas.
ResponderEliminarLes mandamos un beso grande... Euge y flia
!!No lo puedo CREER!!!lamento mucho que hayan llegado tarde,me llevé desilución porque quería vivir ese día a traves de Uds,bueno me quedó de ese pueblo como una especie de ternura
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