Quedarse a dormir es caro y las condiciones no son las mejores porque llueve mucho tiempo al día, además de no haber electricidad ni internet ni mercado alguno. Pero nosotros, hiper relajados de estar transitando nuestros últimos días, nos mandamos de una, sin siquiera averiguar precios. Así que cuando llegamos no nos quedó más remedio que plantar nuestra carpa, el alojamiento más económico posible.
Si bien sabemos que estamos en temporada húmeda jamás
imaginamos que la lluvia caería como una cortina durante doce horas. La carpa
sobrevivió porque la pusimos debajo de un techo de lona, así que si bien entró
un poco de agua, no lo suficiente como para agudizar la situación.
La sensación es contradictoria porque si bien el lugar es
una belleza natural, no teníamos pensado pasar nuestros últimos días en carpa y
con la ropa mojada. Tal vez así tenía que ser, como al principio, los dos
recién llegados con nuestra carpita, acomodando la bolsa de dormir, la ropa
hacia un costado, apuntando con la linterna nuestro camino. El círculo que se
cierra.
De los pocos viajeros que por aquí pasan nos hicimos
compinches de un australiano y un filipino, con quienes compartimos ayer una
caminata hasta Playa Polo, cuyo nombre se debe a un viejito que allí vive. El
tipo tiene la playa a su nombre, qué tul. Esa playa es elegida por aquellos que
disfrutan de hacer snorkel, ya que el mar conforma una pequeña bahía volviendo
el mar cristalino y suave.
Hoy amanecimos a las seis y media de la mañana y nos brindamos
a la naturaleza con una clase de yoga sobre un deck arriba del mar y bajo la
lluvia. Para un tipo que está dando sus primeros pasos en el yoga, como yo, fue
toda una experiencia.
El resto del tiempo lo pasamos en la playa, caminando,
mateando (con lo último de yerba que nos queda), leyendo y esperando. La espera
no como un tiempo perdido sino como un ejercicio de la paciencia, de la
templanza. Como el momento para que el espíritu se cultive, entre árboles, el
mar y los pájaros que nos sobrevuelan día a día.
siempre se vuelve al primer amor....Bienvenida la carpa y sus experiencias,ya la extrañabamos.
ResponderEliminarBueno,para este momento era que compraste la campera,ja,ja.
Les mando un beso grande y un abrazo calido,que ojala sirva para sacarles un poco la humedad.
Los quiero mucho.
Sofia