Son las diez de la mañana y el teléfono de la casa suena.
-¿Hola Verónica? –Vero en pantuflas, el mate en la mano, los
ojos grandes, asiente-¿Me conocés la voz, sabés quién habla?
-Si, Santiago…
-¿Estás escuchando el programa?
-No, ¿querés que sintonice la radio?
-Estás al aire, quería que nos cuentes sobre tu viaje.
Vero corre la cara del teléfono y me indica que prenda la
radio, que está al aire en el programa del pueblo; así que voy, apretó FM y
empiezo a pasar el dial hasta que encuentro su voz. La charla transcurre en
cinco minutos y eso resulta suficiente, no lo sabíamos entonces, nos dimos
cuenta después, para que el pueblo conozca nuestro proyecto.
A los pocos días, media tarde, timbre: Jesús, el plazero,
que nos había escuchado, que estaba muy emocionado porque Vero había contado
que del viaje anterior Cuba fue uno de los lugares más atractivos y que él era
socialista, guevarista y entonces quería conocernos, compartir unas palabras. Y
a la noche, otra vez teléfono: una señora que también nos había escuchado, que
quería comprarnos lo que estuviésemos vendiendo porque quería colaborar,
cualquier cosa, lo que tengamos.
No puedo disimular mi asombro. ¿Pero de qué me asombro?
¿Acaso no soy yo el que siempre se llena la boca con eso de que los viajeros
son mimados acá y allá? Pero la sorpresa persiste, pienso que tal vez debe ser
así. Entonces comienzo a atar cabos, a poner en fila todos los acontecimientos
y ahí veo todo clarito: el trabajo en el mueble de la cocina que hizo José y no
me cobró, el laburo del carpintero que tampoco aceptó mi plata, las atenciones
de Gerardo, regalándonos miel, pagando la soga para poner la cortina, que a su
vez nos regaló mi suegra, junto a un montón de hilos para tejer; la caja llena
de tapitas de alfajores y el dulce de leche y el coco que nos regalaron Dubi y
Pichín, el tiempo del Tavi que tampoco quiso ver un peso, los regalos múltiples
de mis viejos en su visita dominical, las pulseritas que nos tejió Romi. Veo
todos los mimos y ensayo un por qué, aunque no hay un por qué. Por estas pampas
todo es más sencillo, las cosas fluyen a un ritmo propio, basta ver las bicis
apoyadas en las paredes sin candado, los autos con las llave puesta y los vidrios
bajos. Me pierdo en estas cuestiones cuando el sueño me tumba en la almohada.
FELIZ VIAJE MIS CHIQUITOS!!!!
ResponderEliminarEs el pueblo y el carisma de ustedes, espero que conozcan mucha gente linda . Buen viajeeeeeeeee!!!!!!!!!!!!!
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