Fue entonces que abortamos esa idea y salimos en busca de un camping que terminamos encontrando sobre la playa. El sitio donde decidimos estaquear nuestra tienda de campaña no podía ser mejor: debajo de un rancho de paja (por si llovía, algo que finalmente sucedió en la segunda noche) y a metros del mar. Para ser claro: cuando la marea sube, es decir todos los días a partir de las 15 y hasta pasadas las 21, el mar está a unos 3 metros de donde dormimos.
Lo negativo de este camping es que el servicio es pésimo y la atención peor. Quieren cobrarte para todo y poco les interesa hacerte sentir cómodo. ¡No tenemos siquiera una silla! Y cuando había sacado dos de una cabaña lindera al segundo vinieron a reclamarla. Cualquiera.
Nuestra casa, a metros del mar |
Cuando el fuego crezca quiero estar allí
El hecho de no tener cocina hizo nacer en mí el instinto más primitivo y de este modo se me antoja hacer fuego para todo. Los que me conocen no se asombrarán de mi conducta piromaníaca, pero Vero a veces se fastidia cuando quiero prender fuego para calentar agua para el mate teniendo un anafe a disposición. Yo le explico que la garrafa es para usar en casos de emergencia y que, si se puede hacer fuego, hay que hacerlo. Una vez hecho, me gusta tirar un pollo, hacer fideos, saltear cebolla, mirarlo, meterle más palitos y así estarle alrededor muchas horas, sosteniendo el ritual de estar cerca de él. Lo que más me gusta es dominar todo con un palo mientras mateo sentado en un tronco.
Andy
Andy, otro panameño y Nacho |
Andy sueña. Esa es una de las pocas cosas que aún no tiene vedadas. Cuando era chico soñaba con una novia gringa, algo que con el tiempo, cumplió a medias cuando estuvo de novia con una holandesa por una semana. Una chica de primer mundo que le hizo creer, por esos días, que podía salir de este infierno. Aunque después se acordó que ella pertenecía a otras costas y que tenía ganas de seguir viajando. Ahora Andy quiere viajar en bus. Dice que le gusta hacerlo y que le entusiasma la idea de subirse a un colectivo que lo lleve a México: una semana sentado y viendo paisajes. Pienso, ahora que lo escribo, que cada cual viaja y sueña en función de sus realidades.
Las olas son las grandes ausentes hasta el momento. Desde que llegamos el mar es una pileta y eso nos ha desilusionado un poco. Hoy nos metimos, pero más para despuntar el vicio que por otra cosa. Es una pena porque este es un destino que, de haber olas, da para quedarse un tiempo. Mañana, seguramente, será nuestro último día antes de partir hacia otra playa.
Hola!!! Que lastima que en Santa Catalina no encontraron hospitalidad...seguramente habra lugares nuevos para tener una revancha.
ResponderEliminarMe gusto mucho verlos ayer,ya que hacia muchos dias que no teniemos noticias. Se los ve muy lindos y relajados.
Esperamos ahora novedades de este nuevo lugar,que encerrara historias bellisimas para compartir.
Un beso grande.
Sofia
nachito! verooooo!
ResponderEliminarcomo andan mis queridos amigossss. aca en venao se los extrana y mucho.
tamos tambien esperando las olas desde que se fueron. se ve que pacifico se puso triste por su ida, pronto, como todo, el tiempo lo sanara, y las olas volveran!
espero sigan disfrutando de todo. acuerdense de esas magicas charlas, mates de por medio, y sigan viviendo esta aventura al 100%!
los quiero mucho y manden novedades.
maurito